Redactado por María Solís, Dietista-Nutricionista especializada en Intolerancias Alimentarias.

Los productos sin lactosa abundan en nuestros supermercados, pero ¿sabemos realmente cuándo necesitamos consumir estos productos? ¿Sabemos qué es la intolerancia a la lactosa?

 

La lactosa es un azúcar (disacárido) que se encuentra presente en la leche de los mamíferos y por tanto lo encontramos también en sus derivados. Además la lactosa se emplea como aditivo y conservante por sus propiedades fisicoquímicas, textura y sabor. Es por esto último por lo que puede encontrarse añadida industrialmente en alimentos procesados.

La intolerancia a la lactosa consiste en la incapacidad del intestino de digerir este disacárido por la deficiencia de la enzima lactasa, por lo que se producen un conjunto de síntomas digestivos tales como dolor, molestia abdominal, diarrea, flatulencia, distensión abdominal, náuseas e incluso vómitos.

 

 

La prevalencia de la intolerancia a la lactosa a nivel mundial ronda el 70% en la población mundial.

La causa más común de intolerancia a la lactosa, es un déficit primario de lactasa, debido a polimorfismos en un gen (el gen MCM6). Las personas con un genotipo determinado en dicho gen ven afectada su producción de lactasa por lo que comenzarán (normalmente en torno a la adolescencia) a presentar los síntomas que hemos comentado. El mayor o menor grado de tolerancia depende mucho del estado de la microbiota intestinal de la persona, por lo que hay gente con una sintomatología más acusada que otras. De ahí la gran importancia de mantener una buena salud intestinal, consumiendo fibra y alimentos probióticos.

También puede presentarse una intolerancia secundaria a la lactosa debida a otra enfermedad o daños en la mucosa intestinal. Puede aparecer en la enfermedad celíaca, desnutrición, enfermedad inflamatoria intestinal, sobrecrecimiento bacteriano, colitis ulcerosa, gastroenteritis, etc. En estos casos tratando la enfermedad principal se recupera la lactasa y se vuelve a tolerar la lactosa, porque la genética de la persona no está afectada.

 

 

Si se notan síntomas de la intolerancia lo primero sería realizar una prueba para detectar el origen, es decir si es primaria o secundaria, para así poder tratarla de la manera más apropiada. Realizarse un Test Genético Nutricional es una opción para saber si la intolerancia es debida al gen y por lo tanto no reversible.

En cualquier caso, sea cual sea el origen de tu intolerancia, una buena salud intestinal y una microbiota sana facilitará su digestión.

Y, ¿cómo podemos mejorar la microbiota intestinal? Por ejemplo tomando alimentos integrales, manzana, kéfir, patata hervida, germinados o evitando edulcorantes, alimentos muy procesados, alcohol… En definitiva, unos buenos hábitos de vida!

 

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